Vamos que me he metido de lleno en el debate de si existe el problema, y sin quererlo. Ok, acepto que existe. No me parece una mala premisa para empezar el resto del desarrollo del tema. Retomo: Imaginemos que disponemos de recursos ilimitados para solucionar el “problema”. Tomare como elemento limitante el tiempo. Y porqué, bueno mientras el tiempo pasa la gente muere. Por tanto desde la premisa de que lo importante es la calidad de vida del ser humano (y esta premisa la pongo yo apropósito) no podemos esperar. Además si el tiempo no fuese factor limitante, el problema desaparece porque tendríamos toda la eternidad para poner fin a la miseria. Y toda la eternidad no hace sino generarme estrés. Un poco de egocentrismo euro-antropomórfico me empuja a creerme (sino auto-nombrarme) parte de la solución.
El hecho es que con recursos ilimitados y tiempo limitado, sigo sin tener ni idea como poner todo en orden. Por dónde empezar: las calles, las aceras, las cloacas, la educación, la contaminación, la alimentación, la corrupción, la seguridad, la cultura, las tradiciones….. El sistema es tan sumamente complejo que parece no tener solución. Y por solución damos pequeñas recetas contra la tos. Un pequeño proyecto aquí, una pequeña clínica allí… ah! Y por supuesto una semana de formación y “capacity building” que no falte…
El resultado, un perfecto desastre. Tras 50 años de pensar en este marco la situación es, sino igual, peor. Y aunque sea políticamente incorrecto, me atrevería a decir que es bastante peor que hace 50 años.
TO BE CONTINUED……
1 comment:
Hola Santi,
Hoy he estado pensando en abrir mi propio blog. He escrito algo que he pensado que me gustaría compartir con la gente. Pero primero he pensado en compartirlo contigo y me he encontrado con tu comentario desde Bamako. Bueno, pues como complemento, te pongo aquí lo que he escrito y me dices.
Un abrazo,
G
¿Obsceno cumpleaños?
Hoy he leído esta noticia en El País:
http://www.elpais.com/articulo/agenda/Obsceno/cumpleanos/Robert/Mugabe/elpepigen/20090211elpepiage_1/Tes
Habla de caviar y champán para todos los allegados en la celebración de cumpleaños de Robert Mugabe (85), dictador de Zimbabwe desde hace casi tres décadas.
El primer pensamiento que cruza mi mente es organizar una campaña a favor del comercio de armas con Zimbabwe. Pero con el pueblo de Zimbabwe, para que se levante en armas y se quite de encima al siniestro personaje. Organizaría un buen envío de libros. Libros que cuenten la Revolución Francesa y otros episodios similares que con la perspectiva actual se valoran como hitos de la Historia. Y junto a los libros, guillotinas tipo Ikea, fáciles de montar y listas para despejar la Historia de tipos indeseables.
Eso es lo fácil y es a lo que incita el artículo. Indignarse con las barbaridades ajenas es una práctica muy habitual. Desde luego que no se pueden pasar por alto los millones de ciudadanos de Zimbabwe que están en riesgo de morir de hambre, o el brote de cólera, o el azote de VIH/SIDA. No se puede. Y desde luego este individuo tiene una responsabilidad absolutamente directa sobre lo que sucede en su país.
Pero, indirectamente, yo también. Aunque no me lo diga el periódico.
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